Huella de carbono: ¿cuáles son los principales focos de emisiones en los cultivos extensivos?

25/07/2024

Como toda actividad humana, la agropecuaria contribuye en distinta medida a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y por ende, a la generación de la huella de carbono.

Pero por otro lado, es una de las únicas actividades capaz de extraer CO2 de la atmósfera (uno de los principales gases de efecto invernadero) y ayudar a mitigar el cambio climático.

Por este motivo, conocer ese balance entre emisiones y captura de GEI de la actividad, es clave para diseñar estrategias de mitigación.

En este marco, la Red de Carbono de Aapresid es una iniciativa liderada junto a empresas que busca generar información y nuevo conocimiento en esa línea.

En junio, publicó de manera online mapas interactivos que permiten conocer las brechas de carbono de los suelos en cada región, es decir, contrastar los niveles actuales de Carbono Orgánico del Suelo (COS) con los niveles alcanzables y potenciales en cada ambiente.

Hoy la Red marca un nuevo hito al calcular la Huella de Carbono (HC) de los cultivos más importantes, usando datos reales de productores de distintas regiones.

Los resultados, ya disponibles en su Revista, permiten conocer por primera vez cuáles son las principales fuentes de emisión de distintos cultivos, así como los puntos donde ajustar tuercas de manejo.

 

CÓMO MEDIR LA HUELLA DE CARBONO

 

La HC es la cantidad total de emisiones de GEI –dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4) – producidas directa o indirectamente por las actividades agrícolas a lo largo del ciclo de vida de un producto. Medirla ayuda a entender el impacto ambiental y a planificar estrategias para reducir emisiones.

Durante las campañas 2021/2022 y 2022/2023, la Red analizó los datos de manejo de productores en 11 campos, abarcando lotes con diferentes secuencias de rotación: desde aquellas con menor número de cultivos al año a aquellas de mayor número de cultivos año (es decir, más intensificadas y “vivas” en el tiempo).
Los cultivos estudiados incluyeron maíz, sorgo, soja, vicia y trigo, distribuidos en una amplia zona que comprende Córdoba, sureste de Santiago del Estero, centro de Santa Fe y norte y sudoeste de Buenos Aires.

Cabe destacar que los lotes analizados se encuentran bajo siembra directa, una práctica que ya de por sí tiene menor consumo de combustible por hectárea y que conserva mejor el carbono en los suelos, lo que se refleja en menores emisiones de GEI”

Las mediciones se realizaron mediante una plataforma digital considerando sólo las emisiones generadas tranqueras adentro. Se tuvieron en cuenta emisiones tanto directas como indirectas, asociadas a los residuos de cosecha, uso y producción de fertilizantes sintéticos así como de otros insumos y combustibles utilizados en cada campo.

 

TRIGO Y MAÍZ, PRINCIPALES FUENTES

 

El informe reveló que las mayores emisiones por hectárea se dieron en trigo y maíz, “sobre todo en aquellos lotes con bajos rendimientos, donde a pesar de recibir una considerable inversión en insumos (como fertilizantes nitrogenados) eso no se tradujo en aumentos de producción”.

No obstante, cuando se hizo el análisis por tonelada producida, el impacto neto de estos cultivos tendió a equipararse con el de otros cultivos como soja de 2da y vicia.

 

cuadro

 

En cuanto a las fuentes de emisión, estas varían según el cultivo. En gramíneas como trigo y maíz, las mayores emisiones están asociadas a la fertilización nitrogenada. Por su parte, en leguminosas como la soja, las mayores emisiones se relacionan con los residuos de cosecha, el uso de insumos y el combustible necesario para su aplicación.

En el caso de la vicia, la emisión principal está vinculada a los voluminosos residuos de cosecha de este cultivo de servicios fijador de nitrógeno.

 

PUNTOS DE AJUSTE POR CULTIVO

 

Está claro que la eficiencia en la fertilización en gramíneas es un punto crítico a mejorar para achicar la HC, así como en leguminosas, la gestión eficiente de insumos y el uso racional de combustible son esenciales para minimizar su impacto ambiental.

En este sentido, la Red subraya la necesidad de desarrollar estrategias como el manejo integrado de plagas y fertilización variable como medidas clave para optimizar el uso de fertilizantes e insumos agrícolas.

Por otra parte, mantener el suelo cubierto la mayor parte del año a través de una mayor intensificación y diversificación de cultivos, mejora la productividad, reduce la dependencia de insumos, el impacto por tonelada producida y fortalece la adaptación en un mundo cambiante.

“Esto no solo mejora la eficiencia en el uso de recursos y promueve la sustentabilidad, sino que también contribuye significativamente a la mitigación del cambio climático al reducir las emisiones y promover la salud del suelo a largo plazo”, concluyen.

 

 

 

 

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